¿Alguna vez se han preguntado, cuál fue el preciso momento en que dejaron de ser niños? ¿Qué día fue el último que jugaron con sus G.I. Joes o sus Barbies? ¿Cuál fue la última vez que tuvieron que esperar a que sus madres se pusieran de acuerdo para que pasaran la noche en casa de su mejor amigo o amiga?
Justo el otro día me encontraba con Paco, amigo desde la secundaria y Jorge, amigo de la universidad. Estábamos sentados frente al televisor con nuestros respectivos controles de xbox en las manos. ¿para jugar el último juego de moda? ¡NO! Sino para después de largos años, dar fin al juego de las tortugas ninja 2 (sin darle fin a nuestro domingo en alguna maquinita callejera) y mientras el juego cargaba:
Yair: Bueno pues, hay que pedir la pizza
Paco: No, decirle a mi mamá que pida la pizza
Jorge: y hablarle a nuestras madres para ver si nos dan permiso de quedarnos a dormir.
Jajajajajaja
Sí, fue curioso como la situación era la misma pero el modus operandi ya no, nada de llamar, pedir permiso, ni de que el adulto responsable pidiera la pizza y nos mandara a dormir a más tardar la 1 am. Eso había quedado atrás, sin embargo estábamos ahí maldiciendo como antes (pero con muchísimas más groserías) cada que algún enemigo nos quitaba la vida y nos mandaba un Insert Coin, el cual no gastaba el bolsillo pues un botón y estábamos de vuelta en la acción.
Una de las cosas que la mayoría de las personas (al menos muchas que yo conozco) en las que reflejan su desentendimiento consigo mismas es en lo que llaman madurez. Para ellos los videojuegos, son para niños, las caricaturas, los juegos de mesa. Ellos han madurado y su diversión pasó a ser a base de alcohol y baile, billares, mota, y demás cosas que sólo los adultos pueden hacer.
Y está bien, pero yo me he reusado gustosamente toda mi vida, a dejar los pequeños placeres de las cosas que la gente considera infantiles. Quizá de ahi que me digan que soy como un niño grande. Pero creo que en verdad que cuando uno «crece» deja de lado cosas que no es necesario dejar. Dejas de jugar con tus jugetitos, claro que sí, pero un día tendrás (quizá) un hijo y deberás jugar de nuevo con ellos.
A mi me gustan los videojuegos, no soy un gamer en forma pero hay días (como el viernes pasado) que simplemente me quedé en casa y me puse a jugar hasta la madrugada. A veces se extraña de verdad ser niño y entretenerse con la caja de cartón donde venía el refrigerador, o el submarino atómico que era estar debajo de la mesa del comedor.
Una de las cosas que no he dejado jamás es mi imaginación, tengo mucha imaginación, y para no quedarme con ella la uso, y creo que de esa parte de ser niño es que uso mi imaginación para divertirme. (Confesión número 232: Me gustan los juegos de ROL) y por eso me han tachado de ñoño infinidad de veces.
Es sólo imaginación, ya no es un submarino atómico, y ya no le pido permiso a mi mamá, pero me gusta pasar ratos en mundos de fantasía inexistentes como cuando tenía 8 años.
Y cuando dije juegos de Rol, también incluyo los que se juegan en la cama (jojojojojo)
-¿Te gusta que te la meta el rey?
-¡oh sí, jódame, su majestad!
Resumiendo (no sé porque comencé hablando de las tortugas ninja y termino con juegos sexuales).
Me gusta ser el niño que solía ser, me gusta ir por un helado con muuuucho chocolate y chispas, y me gusta sorprenderme con detalles ínfimos, los videjuegos, las niñas bonitas, y los power Wheels. Pero eso no implica que no pueda asistir a un billar y beber cerveza, da igual que no sea partidario de la cheve y que de billar sepa lo mismo que de física cuántica, el punto es divertirse y no dejarse atrapar por esos estándares jodidos de lo que significa ser un adulto.
La imagen original es del webcomic xkcd.